La Reina iba caminando por su pueblo, y un limosnero, al ver que se acercaba se dijo en su mente: "Le voy a pedir a mi Reina, ella es muy solidaria, de seguro me dará alguna cosa". Al llegar la Reina, el limosnero le dijo:
- Su majestad, ¿Puede usted, si no es mucha molestia, regalarme una moneda? -mientras en su mente pensaba que le daría muchísimo-.
+ ¿Por qué no me das algo tu a mi? ¿No soy yo tu Reina?
El limosnero, confundido y sin saber que decir, respondió casi balbuceando:
- Pe-pero majestad, ¡Yo no tengo nada!.
+ Algo debes tener guardado, ¡busca!.
El limosnero, entre confusión y rabia, buscó entre sus cosas y encontró una naranja, un pan y unos cuantos granos de arroz. Pensó que la naranja y el pan eran demasiado valiosos para entregarlos, por lo que tomó cinco granos de arroz y se los dio a la Reina.
+ ¿Ves? Si tenías... -le dijo la Reina, mientras se le acercó al limosnero dándole 5 monedas de oro-. Una moneda de oro por cada grano de arroz que me diste.
- Majestad espere... creo que tengo mas cosas guardadas.
+ No -replicó- Solamente de lo que has dado de corazón te puedo retribuir.
Moraleja: No es necesario recibir algo a cambio para darle algo a los demás. No siempre tiene que ser dar y recibir. Algunas veces, simplemente puedes dar de corazón.
grandes enseñanzas gracias
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