Una hermosa princesa, heredera de grandes terrenos y riquezas, estaba en busca en un esposo, que lo acompañara para reinar junto a ella. Llegaron muchos principes llenos de dinero, con grandes regalos como joyas, tierras, ejércitos...
Entre uno de todos esos candidatos, se encontraba un joven campesino, que no tenía ninguna riqueza, solamente amor y perseverancia. Cuando fue su turno para hablar, le dijo a la princesa:
- Te he amado toda la vida. Soy una persona pobre, y no tengo grandes riquezas para entregarte. Por eso, como prueba de amor, te ofrezco mi sacrificio. Estaré 100 días bajo tu ventana, sin alimentos y con la misma ropa que llego puesta.
Semejante propuesta conmovió a la princesa, y decidió aceptar.
- Acepto la propuesta, es tu oportunidad. Si consigues hacerlo, me desposarás.
Fueron pasando los días y el campesino permaneció abajo de su ventana, soportando lluvias, viento, nieve y el inclemente sol. Todo iba bien para el campesino, incluso algunos hacían sus apuestas sobre si lo lograría o se rendiría.
Llegó el día 99 y todos los habitantes estaba animando al próximo rey. Todos muy contentos. Cuando faltaba una hora para cumplir lo prometido, el campesino decidió lenvantarse y sin explicación alguna se alejó del lugar.
Un par de semanas mas tarde, se encontró con un poblador que con mucha curiosidad le preguntó: ¿Por qué te retiraste faltando tan poco tiempo? ¿Que te ocurrió?. El campesino, bastante triste, le respondió:
- La princesa no me ahorró ni un día, ni si quiera una hora de sufrimiento. No merecía mi amor.
Moraleja: Podemos estar dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos por alguien mas, como una prueba de amor. Merecemos al menos una palabra de aliento y/o comprensión. Las personas deben hacerse merecer todo ese amor que se les ofrece.