Se encontraban todos los alumnos en el salón de clases. La maestra dictaba su clase sobre la teoría de la evolución a los estudiantes. Intentado explicar de una manera didáctica, le preguntó a un niño:
- Juan, ¿Ves el árbol que se encuentra allá afuera?
+ Si, maestra - respondió el niño-.
- ¿Ves el pasto afuera?
+ Si - respondió nuevamente el niño-.
- Sal un momento del salón y dime si ves el cielo desde allá.
El niño salió, miró hacia el cielo y regresó al salón.
+ Si, maestra, ahí está.
- ¿Puedes ver a Dios?
+ No, maestra.
- ¿Ven niños? Ese es mi enseñanza. No vemos a Dios, simplemente porque el no está ahí. No existe.
Una niña del salón, de tan solo 6 años, le pidió a la maestra permitirle hacer unas preguntas al mismo niño.
- Juan, ¿Ves el árbol?
+ Si
- ¿Ves el pasto afuera?
+ Sii, ¡si lo veo! - un poco cansado de tantas preguntas-.
- ¿Ves el cielo?
+ Si...
- Juan... ¿Ves a la maestra?
+ Si.
-¿Y puedes ver su cerebro?
+ No.
- Bueno, según lo que hemos aprendido hoy con la profesora, ¡ella no tiene cerebro!
Moraleja: No porque no podamos ver algo, significa que no exista. Aveces, debemos mantener la fe, a pesar de los comentarios de los demás.