Era un tiempo de invierno donde los zorros tenían mucha hambre… había uno que no aguantaba, estaba desesperado, es cierto que todos los corrales estaban altos y con muchos perros alrededor. Entonces el zorro dijo: “aquí no es cosa de ser bobo, hay que ser más vivo que los humanos”.
Así que se fue a donde un molino, aprovecho que el molinero estaba en otro lado, se revolcó en la harina hasta quedar de color blanco. Llegó la noche y el zorro se fue acercando a un corral: “Mee, mee” balaba como oveja, salió la pastora y vio algo afuera blanco y dijo: “Se ha quedado una ovejita afuera”, abrió la puerta y metió al zorro.
Los perros ladraban y el zorro pensó: voy a esperar que se duerman igual las ovejas, luego buscaré al cordero más gordo y me lo comeré. Cuando llegue la madrugada apenas abran la puerta comienzo a correr y nadie podrá alcanzarme.
Así como el zorro lo dijo lo hizo, pero no alcanzó a salir, ya que él no contaba con el clima, ese día no salió el sol si no que llovió y la harina se le comenzó a quitar y una oveja que estaba a su lado dijo: ¿Qué oveja es esa que se despinta?, cuando ya se le quitó toda la harina al zorro, las ovejas se dieron cuenta y comenzaron a balar, entonces vinieron los perros y con muchos mordiscos lo volvieron cenizas.
Moraleja: No todo lo que brilla es oro.
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